El coleo es tan añejo como la historia del hombre. Desde hace siglos nuestros antepasados trasladaban las manadas de ganado de un territorio a otro, grandes distancias para llevar los animales a los grandes centros poblacionales de la región y del país.
En cada una de esos trabajo de llano, los animales se apartan de la ruta que les marca el cabrestero para dirigirse a la llanura, en ese momento, un vaquero, esos de piel tostada y pie descalzo, rompe la formación para ir en su búsqueda, a gran velocidad, "chaparriando" su "mocho", lo toma de su cola, lo jala, al piso y el "bicho", resentido, vuelve al grupo.
Los departamentos del Meta, Arauca y Casanare, en la Orinoquia colombiana por su vocación ganadera, son los abanderados del coleo en el mundo, pero con el correr del Encuentro Mundial de Coleo®, más zonas de nuestra República ingresan con sus coleadores a la élite de este deporte.
Así es, deporte. Es tal el éxito del coleo en Colombia que fue necesario organizarlo, clubes, ligas y ellas, conforman la Federación, la rectora del deporte, que espera llevar algún día esta faena a grandes certámenes nacionales.
A la voz Cacho en la Manga y Vuelta de campana, los gritos y aplausos no se hacen esperar y las cintas de diversos colores pasan de las manos de la bellas mujeres llaneras a los curtidos y musculosos hombros y brazos del coleador.